La poesía es un excelente ejemplo de cómo uno puede estar en trance en vigilia. Siempre que leas poesía, o que se la leas a alguien, ocurrirá un trance. No tengas dudas de eso.

Cuando se produce un trance, nuestra comprensión va a través de la emoción, de nuestra sensibilidad y de nuestros sentimientos. El hemisferio izquierdo, con su lado lógico, quiere estructurar la información y no lo logra hacer. En realidad esta función es para nuestro hemisferio derecho, y entonces aprendemos mucho más por lo asociativo.

Leamos este fragmento del poema “Orfeo” de Rosamel del Valle:

He aquí una fuente para dormir, una claridad sin abrirse,

Sola en el tallo del sueño.

Bienvenido, viajero devorado que te asomas

Ciego desde el agua a la tierra.

Todo se vería pasar por un puente de vidrio

Sin la oveja de la sangre, abatida de calor.

Pero no el cántico, el gozo, el cuerpo asomado

Por detrás de los árboles del infierno;

La luz en el abismo, el paso hacia atrás.

Día de los días oh, imagen viviente sobre el fuego,

Vestida de ángel detrás de los cielos

Y de las cosas petrificadas que celebran la muerte.

Alrededor, nada más que alrededor:

En las bodas del agua y del fuego.

Notó que de repente con este tipo de lenguaje uno se pierde ¿cierto? Que por más que uno quiera estructurar las ideas, estas fluyen por sí solas, ¿lo nota? Usted ha experimentado un trance.