Muchas de las enfermedades son proyectadas en nuestra mente de forma inconsciente:

Por ejemplo, a veces ocurre que una persona ya tiene preestablecido que cuando hace frío y sale de la ducha, se va a resfriar. Es decir, que esa persona puede tener todas las defensas necesarias para resistir a drásticos cambios de temperatura corporal. Sin embargo, su mente está entrenada por otra persona influyente, como lo puede ser un padre, una madre, un doctor, etc. Y en esa información adquirida y establecida en el inconsciente, la persona simplemente, al experimentar el cambio radical de temperatura, se enfermará.

Ahora bien, ustedes saben que hay pueblos enteros que viven en el frío, que se enfrían a cada rato y que no se enferman, y esto ocurre porque están adaptados mentalmente y, por ende, físicamente, a ese estilo de vida. En la medida en que uno está predispuesto, se sabe que nuestro sistema inmunológico responde muy bien a ese constructo de imágenes que está almacenando. Nuestra mente responde muy bien a los contrastes, responde muy bien a lo polar.

Si uno comienza a establecer que funciona al revés, empezamos a entrenar nuestra mente para que logre aquello que queremos que consiga. Es como ese viejo dicho que dice que si usted cree que no puede hacerlo, tanto como si usted cree que sí puede hacerlo, en ambos casos, tiene razón.

Muchos trabajos de apoyo a personas en proceso de sanación de un cáncer, están fundamentalmente basados en la imaginería. Aparte del tratamiento regular con su médico tratante, lo primero que debe ser trabajado es el sistema de creencias del paciente y, en este caso, cuando ya se establecen las ganas de vivir, el paciente ha dado un primer gran paso.

Después, con la imaginería viene el cómo imaginarse todo el proceso de sanación, incluyendo el resultado final, es decir, ya imaginando que la sanación es un hecho. La mente inconsciente comienza construir un puente hacia una realidad y le da una dirección de sanación a todo lo que está haciendo.