HISTORIAS DE MILTON ERICKSON
Milton H. Erickson, desde muy pequeño percibió la realidad en forma muy diferente a los demás, debido a sus problemas constitucionales; tenía discromatopsia o daltonismo, que es un tipo de ceguera para los colores rojo y verde. Era incapaz de distinguir tonos y no podía reconocer ni ejecutar ritmos típicos de música y canciones, además de todo esto, era disléxico. Este problema sorprendió enormemente a su mente infantil y solo después de muchos años pudo reconocer y entender esta alteración.
Las confusiones y los malentendidos, en la representación del mundo que produjeron estas alteraciones en la mente infantil de Milton, estimularon su curiosidad y asombro ante la vida, y tal vez lo más importante fue que esto lo llevó a una serie de experiencias poco comunes, que ahora constituyen la base de algunas investigaciones acerca de lo relativo de la percepción humana y de los problemas que se desprenden de tales fenómenos.
A los seis años, cuenta Erickson, siendo disléxico, era incapaz de distinguir una "m" de un "3". Su maestra, sin importar cuanto lo intentara, no podía convencerlo de que el 3 y la m eran diferentes. Un día, su maestra escribió un 3 y una m, guiándolo con su propia mano, a pesar de esto, no pudo reconocer todavía la diferencia entre las dos.
“Repentinamente, experimenté una alucinación visual, en la cual vi claramente la diferencia, envuelta en un rayo de luz enceguecedora. Vi el 3 y la m, ésta estaba parada sobre sus pies y el 3 estaba de lado, con sus pies levantados hacia la izquierda, dentro de un rayo de luz tan brillante, que me impedían ver cualquier otra cosa y en el centro de ese rayo de luz cegadora, el 3 y la m. Fue un rayo de luz cegadora y todo se obscureció alrededor del 3 y la m”.
Erickson respondió: “¡Esta es la forma de aprender cosas! No puedo recordar ninguna otra cosa relacionada con ese día”.
DICCIONARIO:
“Durante mi segundo año de preparatoria tuve la más deslumbrante e impresionante alucinación visual que pueda recordar. Todos en la escuela me conocían con el sobrenombre de "diccionario", dado que me pasaba mucho tiempo leyéndolo en el fondo del salón. Un día, mientras leía el diccionario, tuve de pronto una alucinación visual, un rayo de luz enceguecedora obscureció todo alrededor, en el momento en que aprendí cómo utilizar el diccionario. Hasta ese momento, cada vez que yo quería buscar una palabra en el diccionario, comenzaba leyendo por la primera página y seguía leyendo columna tras columna, página tras página, hasta llegar a la palabra que buscaba. En ese rayo de luz enceguecedora, me di cuenta de pronto, cómo se utiliza el alfabeto como un sistema ordenado para buscar las palabras. Nadie me había dicho que así era. Cuando mis compañeros me preguntaron por qué no había salido a tomar el refrigerio con ellos, me di cuenta que no les diría que ese día había aprendido a utilizar el diccionario. No sé por qué me tomó tanto tiempo aprender eso. Será tal vez que mi inconsciente lo evitó, dado el gran cúmulo de conocimiento que me proporcionó el haber leído tantas palabras en el diccionario”.