A continuación revisamos elementos en el lenguaje que sirven para relacionarse verbalmente con el inconsciente, ya sea el propio o el de otra persona, de forma que obtengamos de él respuestas rápidas y positivas. Aquí algunas reglas a considerar.

Usa el tiempo verbal presente.

Formula siempre cada sugerencia como si esta fuese ya un hecho cierto:

"Estás tranquilo, sereno y relajado". "A medida que te abandonas más y más...”

Sé positivo.

Usa siempre términos positivos, imágenes que sugieran confianza, energía o relajación.

"Estás sereno y confiado. Siente en tu cuerpo la cálida placidez del descanso..."

Sé específico.

No intentes solucionarlo todo a la vez; divide el trabajo que esperas realizar con la inducción en partes específicas y abórdalas una a una, por orden.

Sé detallista.

No digas: "Vas a ser un hipnotizador excelente".

Explícalo: "Te gusta tu trabajo. Te encuentras cómodo con tus clientes. Ellos lo saben, de forma que confían en ti y se sienten relajados y bien dispuestos en tu presencia. Tu intención es beneficiarles. Sabes que tu voz puede ser muy cálida y convincente. Cuando quieres inducirles a un estado de relajación profunda, te sientes sereno, seguro de ti mismo, y al hablar transmites todo aquello que te propones, etc.".

Sé sencillo.

Usa términos claros y sencillos. Evita las palabras grandilocuentes y las expresiones literarias. Al tratar con el inconsciente, imagina que estás hablando con un niño inteligente, de nueve o diez años.

Sé estimulante y emotivo.

Utiliza sugerencias que entrañen sentimiento y energía. Recuerda que el inconsciente es sentimental. Trátalo con palabras como: hermoso, alegre, vibrante, apasionado, generoso, armónico, heroico, poderoso, explosivo, emocionante, delicioso, radiante, positivo...

Describe la acción, no la capacidad.

Incorrecto: "Eres inteligente. No tendrás problemas con el próximo examen de matemáticas".

Correcto: "Te sientes interesado por todo lo que estudias. Encuentras placer en asimilar las cosas que te ayudan a crecer...".

Sé un poco realista.

Atente a las posibilidades reales de cada individuo y de cada situación. No exageres ni busques forzosamente perfeccionar las metas. Si le dices a un hombre obeso de sesenta años: "Vas a lograr hacer los 100 metros lisos en 9 segundos", es muy probable que no encuentres mucha colaboración de su inconsciente.