Un koan es, en la tradición zen, un problema que el maestro plantea al novicio para comprobar sus progresos. Muchas veces el koan parece un problema absurdo, ilógico o banal. Para resolverlo, el novicio debe desligarse del pensamiento racional y aumentar su nivel de conciencia para adivinar lo que en realidad le está preguntando el maestro, que trasciende al sentido literal de las palabras.
El koan tiene el propósito de desconcertar el pensamiento discursivo lógico-racional y provocar un shock mental que lleve a un aumento de conciencia (despertar). Los maestros zen, a menudo recitan y comentan koan, y algunas veces se concentran en ellos durante sus sesiones de meditación. Los profesores pueden utilizar los koan como una manera de sondear a los estudiantes acerca de sus progresos iniciáticos y comprobar si ya han tenido experiencias de entendimiento de la doctrina y de despertar (Satori). Las respuestas pueden ser orales, pero también pueden ser gestos o acciones.
En la cultura occidental, un tanto ajena a las sutilezas de la filosofía oriental, a veces se encuentra el término koan referido a preguntas que no tienen respuesta o a enunciados sin sentido. Sin embargo, para un monje zen, un koan no es algo que no tenga sentido, y los profesores zen aguardan una respuesta adecuada cuando formulan un koan. Hay que aclarar que un koan no es un acertijo, y aunque en la literatura hay respuestas ortodoxas, dependiendo de las circunstancias en que el koan es formulado puede variar la respuesta apropiada. El maestro no está buscando que el discípulo sepa la respuesta correcta, sino evidencias acerca de sus progresos en la filosofía zen y la aplicación en su vida diaria.
EJEMPLOS
Quizás uno de los koans más conocidos es aquel que dice: “¿Cómo suena una palmada ejecutada con una sola mano?”. Veamos un koan que nos intenta acercar al entendimiento de que el universo es inmutable y es nuestra mente la que lo interpreta a su manera:
Dos monjes estaban discutiendo acerca de una bandera. Uno dijo, “La bandera se está moviendo”. El otro dijo, “El viento se está moviendo”. Sucedió que el sexto patriarca, Zenón, pasaba justamente por ahí. El les dijo, “Ni el viento, ni la bandera; la mente se está moviendo”.
Paul Anwandter, especialista en hipnosis clínica e hipnoterapia avanzada, lo plantea en su libro Doscientos cuarenta y tres apuntes de vida, Lecturas de Transformación. Indica que en la terapia Ericksoniana existe permanentemente la distracción y el reencuadre, y con ellos el hacer un cambio de foco, que se asemeja mucho al efecto que un koan produce en la mente, una vez que uno “siente” cuál es la respuesta válida.